Por la mañana, siempre es un placer cuidar de tu hombre. Se despierta, le acaricias la polla, le muestras que quieres jugar y se la chupas para ponérsela dura. No resiste mucho tiempo la dulzura de tu boca, empieza a follártelo y entonces sientes que quiere entrar en tu culo. Así que arqueas la espalda y dejas que te la meta hasta el fondo. Te hace gemir y probablemente acabe cubriéndote la cara con su esperma caliente. Los sencillos placeres de la pareja gay.